viernes, 26 de marzo de 2010

Cansada.

...Harta de mentiras y palabras falsas...
¡¡Quiero escuchar verdades!!
Gente dependiente, gente sin otra cosa en la mente...
¡No lo soporto!
Yo me aparto de esa gente, porque ya no puedo mas.

martes, 2 de marzo de 2010

Frío.

Era una madrugada fría de invierno, la escarcha helada sobre la acera y los cristales de los coches, el rocío de los árboles, la humedad flotando en el ambiente y esa tranquilidad inmensa que sumerge cuando empieza a amanecer. Abrí los ojos de par en par, tumbada en la cama sin saber cómo matar el tiempo y decidí salir a tomar el aire, con mis manoplas, esas tan calentitas que me tejió mi abuela antes de morir, mi bufanda, esa de lana roja colgada en la percha que hacía mucho tiempo que no usaba, mi abrigo de pluma, mis botas de agua y mi paraguas. Una vez abajo, en mi portal, me dispuse a salir a la calle, no estaba lloviendo; me miré en el espejo, hice un gesto de estar calentita y abrí la puerta. El suave viento se entrelazó en mi pelo y sentí un escalofrío bastante agradable por todo el cuerpo. Caminé calle abajo, sin importar lo que pudiera suceder, solo salí a tomar el aire, respirar ese aire que tanto me agrada, quería estar sola, con mis pensamientos, mis temores y mis preocupaciones, pensar en una sola solución, solo una.

Esa iba a ser, posiblemente, la ultima vez que pudiera disfrutar de esas madrugadas de domingo en mi lugar, en mi sitio, en lo que ha sido mi refugio durante tantos años… quién iba a decirme a mi que alguna vez tendría que decirle adiós a todo esto. No podía creerlo. Comencé a sentir frío, pero no era el tiempo lo que me helaba, sino el pensar una y otra vez en una solución para no irme. Me resultaba muy fría la situación, me dejaba vacía, sin ganas de seguir, pero es lo que el destino tenia preparado para mi.

Encontré un banco y decidí sentarme, respiré hondo varias veces seguidas, reposé mis pies helados, de pronto se apresuró un pequeño estornudo – ¡aaachíss! – era la hora de volver a casa, el sol ya podía apreciarse sobre los tejados de los edificios y mis padres estarían preocupados al no verme en mi habitación. Puse rumbo al que ya iba a dejar de ser mi hogar, y por primera vez sentí nostalgia, conmoción y angustia, solo el hecho de pensarlo… Encajé la llave en la puerta del portal, giré levemente la cerradura y conseguí abrir la puerta, esa puerta que ya no volveré a abrir, me apresuré hacia el ascensor y pulsé repetidas veces el botón del 4º piso. Y ahí estaba, había vuelto. La ultima oportunidad para ver amanecer en aquella zona con la tranquilidad de estar en mi sitio se había marchado volando, tan rápido como un suspiro.

Me quité mi ropa de abrigo, mi pluma, mis botas, mis manoplas, mi bufanda… y me senté frente al sillón en silencio, sin decir nada, solo pensar y darle tiempo al tiempo. No hay solución, es tarde.




By : Neni