He procurado que todos mis actos sean, de algún modo, nobles y sinceros.
He llegado a enfrentar dos opiniones completamente opuestas dentro de un mismo cuerpo.
He sacrificado miles de ideales por mantenerme firme ante cualquier situación.
Y, a pesar de todo, siempre acabo sintiéndome egoísta.
Y me invaden cientos de preguntas sin respuestas.
Y me envuelve una eterna oscuridad que arrasa con todo lo que encuentro a cada paso.
De toda esta reflexión solo soy capaz de sacar una conclusión: Somos humanos.
Evidente, ¿verdad? Nada nuevo.
Pues parece que de vez en cuando no es malo recordarlo.